jueves, 26 de mayo de 2011

FEDERICO GARCÍA LORCA

FEDERICO GARCÍA LORCA

Federico García Lorca nació en Fuentevaqueros (Granada)  en el año 1898.

Con tan solo veinte años,  hizo su primer libro: “Impresiones y viajes” (en 1918), hoy apenas recordado. A raíz de entonces su obra se dividirá en el teatro y en poesía.

En el año 1921 publicó su primer libro de poemas  llamado: “Libro de poemas”, le siguen: “Romance gitano” (1928), “Poemas de cante jondo”(1931), “Llanto de Ignacio Sánchez Mejías” (1935) , “Poeta de Nueva York”…

Murió fusilado en Víznar en Agosto de 1936 en la guerra civil española, como una víctima más en la represión.




ROMANCE SONÁMBULO


Verde que te quiero verde. 
Verde viento. Verdes ramas. 
El barco sobre la mar 
y el caballo en la montaña. 
Con la sombra en la cintura 

ella sueña en su baranda, 

verde carne, pelo verde, 
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde
 Bajo la luna gitana,
las cosas le están mirando
 y ella no puede mirarlas.


Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha, 
vienen con el pez de sombra 
que abre el camino del alba. 
La higuera frota su viento 
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quien vendrá? ¿Y por donde?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
sonando en la mar amarga.


Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los montes de Cabra.

Si yo pudiera, mocito,
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sabanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos 
hasta las altas barandas,
dejadme subir, dejadme,
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.


Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.

Mil panderos de cristal,
herían la madrugada.


Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.

¡Compadre! ¿Donde esta, dime?
¡Cuantas veces te espero!
¡Cuantas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!


Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.

La noche su puso intima
como una pequeña plaza. 
Guardias civiles borrachos,
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.

Y el caballo en la montana.

            


                                         





¿Donde esta mi niña amarga?

ese trato se cerraba.

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